Si bien el Ayuntamiento de Lugo no es visitable, su exterior nos permite disfrutar de una de las obras cumbre del barroco civil gallego. Obra de Lucas Ferro Caaveiro, que sería el encargado de finalizar la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago tras el fallecimento de Fernando de Casas Novoa.

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La difícil historia medieval de la ciudad, con continuas luchas por el control de la ciudad entre el poder religioso del obispo y el civil, hace que sea fundamenta comprender la importancia del ayuntamiento en la historia local.

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Esas rencillas entre ambos sectores todavía tenían ecos a finales del siglo XIX. En el libro de actas se recoge la del día 1 de enero de 1865 donde se dice que es necesario "establecer un reloj en la fachada de la Casa consistorial, ya porque el de la catedral anda casi siempre adelantado, ya porque siguiendo a los pueblos de alguna importancia, Lugo no puede prescindir de esta mejora sin rebajarse de la consideración que se merece".

El actual reloj se compró en Londres y aunque estaba destinado a la catedral de Málaga, un error en las mediciones hacían que no cupiera en aquel lugar por lo que se pudo traer a Lugo.

 

Sin embargo la torre del reloj no acababa de terminarse. Hubo una primera que se tuvo que derribar por problemas de diseño, y logró resolver definitivamente el problema el gran arquitecto Nemesio Cobreros y Cuevillas. En un nuevo acto de rivalidad entre Ayuntamiento e Iglesia, el reloj se estrenó durante el paso de la procesión del Corpus por la plaza mayor en el año 1.874.